Alrededor del año 200 a.C., en China, la dinastía Han encargó a los sabios la recopilación de un libro conocido como "Los nueve capítulos" donde pretendieron recuperar y preservar para siempre las enseñanzas entonces perdidas de los antiguos matemáticos chinos. El texto se destinó a solucionar problemas prácticos del mundo real: cómo dividir terrenos y bienes o cómo calcular obras de construcción.
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